Dada la rápida propagación de la desinformación en línea, muchos creen que la verdad está fragmentada y no tiene solución. Pero los gobiernos pueden cambiar el equilibrio garantizando que los medios de comunicación, las plataformas digitales y los líderes políticos proporcionen el mejor conocimiento disponible y reconociendo formalmente el derecho a no ser engañado por los poderosos.